Desde antes de nacer, mi camino estuvo marcado por lo espiritual. Ya en el vientre de mi madre tuve problemas, no quería salir, porque veía todo lo que me esperaba al estar encarnada. Finalmente nací de forma prematura y, a los 9 meses, atravesé una experiencia cercana a la muerte que reforzó aún más mi conexión con lo divino. Este vínculo no fue casual, ya que proviene de mi linaje familiar. 

A los 11 años, en el colegio, predije que una compañera se haría daño en la frente, y cuando ocurrió, algunos me señalaron como culpable. Fue entonces cuando entendí que debía guardar estas experiencias en silencio, aunque no por ello dejé de desarrollarlas.

Con el tiempo, descubrí que podía sanar con mis manos y comencé a practicar y ordenar todo lo que sabía. La mediumnidad, la sanación y la canalización se volvieron parte de mi día a día, pero fue a los 39 años cuando todo dio un gran giro. Tras varias cirugías y una experiencia cercana a la muerte durante una operación de más de once horas, recibí un mensaje muy potente de mi guía espiritual. Me indicó que debía replantear mi vida, dejar mi trabajo, analizar todo lo que hacía y tomar decisiones drásticas.

A raíz de ese mensaje, emprendí grandes cambios: me divorcié, solté lo que ya no resonaba conmigo y me dediqué por completo mi misión de vida . Desde entonces, estoy plenamente entregada a este camino espiritual, cumpliendo mi propósito y ayudando a los demás a través de mis dones.

Hoy, tras este intenso camino de transformación y aprendizaje, dedico mi vida a acompañar a otros en su propio despertar espiritual. Mi misión es servir como guía, sanadora y canal, ayudando a que cada persona encuentre claridad, paz y conexión con su propósito de vida. Este camino no ha sido fácil, pero cada experiencia me ha llevado a estar aquí, cumpliendo con lo que mi alma eligió antes de encarnar.